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¿Por qué los baños de César Manrique son obras de arte?

28/06/2017

¿Por qué los baños de César Manrique son obras de arte?

Violeta Izquierdo: «César Manrique no concebía los baños como lugares secundarios, sino que los dotaba de categoría artística»

Dicen que para conocer de verdad a una persona hay que entrar a su baño. Hoy nos adentramos en los de César Manrique: bellos y sorprendentes, funcionales y altamente refrescantes. La historiadora del arte Violeta Izquierdo nos lleva de la mano en este paseo por los desagües del genio lanzaroteño.

Sabemos que estamos frente a un baño de Manrique cuando los visitantes hacen cola en los baños del Jardín de Cactus, Jameos del Agua, Castillo de San José entre otros,  para fotografiarlo y comentan con cierto rubor los sexuados dibujos de sus puertas. ¿Por qué nos llaman tanto la atención? ¿Son artísticos sus baños?

Sobre estas cuestiones conversamos con Violeta Izquierdo, Profesora Titular de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid y autora de la tesis doctoral «La obra artística de César Manrique», por la que obtuvo la distinción Cum Laude en 1996.

César trabajaba de forma recurrente con materiales como la piedra volcánica, el cristal, la madera o los objetos locales reciclados. Y así lo replican sus baños. ¿Era una búsqueda formal, meramente estética, o hay también un discurso, una intención semántica?

César Manrique fijó su mirada en lo más cercano e inmediato, el lugar en el que vivía, en sus arquitecturas tradicionales y en sus valores naturales. Preocupado por cuestiones medioambientales, actuó sin destruir y obtuvo de los recursos naturales elementos a los que dotó de un nuevo significado. Comprendió la peculiaridad del lugar y creó una arquitectura respetuosa con el pasado.

CÉSAR MANRIQUE INTEGRA   LA ARQUITECTURA DE LANZAROTE

Para decorar los espacios con todos estos detalles no recurrirá nunca a tiendas especializadas, sino que él mismo, a través objetos diversos, creaba lo que necesitaba, como las lámparas realizadas a partir de bollas de barcos o los maceteros obtenidos a partir de viejos abrevaderos o destileras. Puso un especial interés en armonizar la ornamentación de los detalles con su contexto, de tal manera que lo que habitualmente nos pasa desapercibido por su escaso interés, adquiere en sus conjuntos un atractivo renovado. Consiguió combinar lo artificial con lo natural, lo creado por el hombre con lo aportado por la naturaleza. Sus baños son un excelente ejemplo de la fusión entre lo funcional y lo estético, creando confort, y las mejores condiciones para el desarrollo de la vida en el interior y exterior del edificio.

Existen en la naturaleza cuatro componentes: agua, tierra, fuego y aire, que unidos, son la causa de la vida en nuestro planeta. Estos crean el mundo animal y vegetal. Cuando Manrique hace uso del agua, de la vegetación o de las rocas en sus espacios, pretende una atracción sincera con la naturaleza. La ornamentación a través de elementos naturales genera un efecto positivo en el hombre, puesto que al ser presentados de manera armónica consigue que formen parte indisoluble de su vida.

El baño ha sido tradicionalmente un lugar íntimo, delimitado física y visualmente para ofrecer privacidad a sus usuarios. Sin embargo, es habitual que César rompa estos límites, ya sea mediante la incorporación de ventanas que conectan el interior con el exterior o de claraboyas que expanden el espacio hacia arriba. ¿Nos ayudas a comprender las razones de esta decisión arquitectónica?

LA IMAGINACIÓN DESBORDANTE DE CÉSAR MANRIQUE

Si hay algo que justifica la fertilidad que presenta la carrera artística de Manrique es la desbordante imaginación que acompañó al artista durante toda su vida. A través de la imaginación, Manrique nutrió las raíces de su pensamiento creador, y esta fuerza le vino de dos fuentes principales de información: la percepción directa y la intuición.

En muchas ocasiones no nos damos cuenta, pero que en un edificio haya algo que nos conmueva o nos deje indiferentes depende del grado de imaginación que el artista haya empleado en el mismo. Lo que nos induce a pensar también que ese instinto inicial o intuición suele estar fuertemente cargado de un impulso estético, que en Manrique se manifestó abiertamente en todas sus creaciones.

En el aspecto ornamental jugó con la intersección de materiales diferentes (paredes volcánicas, madera), tuvo en cuenta los elementos visuales del paisaje (color, línea, escala, forma, textura, espacio), sin olvidar los recursos naturales que fomentan la vida y el crecimiento: el agua y las plantas. El edificio y el jardín llegan a ser en algunas de sus creaciones una sola cosa. Resulta difícil determinar dónde comienza uno y termina el otro, de tal manera que ambos se compenetran aportándose mutuamente lo que necesitan.

César Manrique no concebía los baños como lugares secundarios, sino que los dotaba de categoría artística, los integraba en el conjunto de piedra, mezcla la blancura del mármol con la negrura de la lava y los grandes ventanales introducían a través de los jardines exteriores la nota de verdor.

Sus baños están custodiados a la entrada por dibujos de figuras humanas cuyos genitales externos -vagina, pechos, pene- aparecen representados de manera grotesca, con materiales y tamaños deliberadamente desproporcionados en relación al resto del cuerpo. Además, enfatiza esta división de sexos con las categorías macho y hembra. ¿Qué cosmovisión de la sexualidad podría estar expresando el artista con sus baños?

El mundo familiar del detalle afecta a la apariencia del conjunto, y esto es algo que Manrique sabía muy bien. Cuando concebía una obra pensaba en sus más mínimos detalles que no dejaba al arbitrio posterior. Para él, todo era importante: farolas, barandillas, puertas, papeleras, bancos, textura del suelo, tipos de plantas, forma del bordillo, hasta la piedra colocada de forma aparentemente casual en el fondo de una piscina.

La señalética utilizada en el baño es otra forma singular de diferenciar el espacio al que aluden y difiere claramente de las habituales iconografía utilizadas normalmente. Estos dibujos o diseños creativos que diferencian los baños femeninos o masculinos (nombrados de manera original e inusual como macho y hembra), responden al objetivo de no repetir los comunes estereotipos pero sí facilitar la rápida identificación de estos espacios por los usuarios, aportando el matiz estético que el artista siempre infería a sus creaciones.

SIMBOLOGÍA EN  LOS BAÑOS DEL JARDÍN DE CACTUS

En estas representaciones (que podemos hallar, por ejemplo, en los baños del Jardín de Cactus) observamos cierto primitivismo. ¿Estaba el artista aludiendo al arte aborigen canario? ¿Qué movimientos influyeron en su forma de representar el cuerpo humano?

En su época de aprendizaje (1942-1950) estuvo muy influenciado por el arte canario para pasar posteriormente en Madrid a una época de experimentación (1950-1957) influido por las vanguardias artísticas y su entrada en el informalismo (1958-1970). Como pintor, César Manrique supo conjugar con extrema sensibilidad lo que le pertenecía como canario de Lanzarote, es decir, la textura, el color y las demás características de la geografía y la geología de su tierra, con un lenguaje abstracto-informalista basado en la expresividad de la materia pictórica.

Desde un tratamiento plástico personal sugiere superficies rugosas o la de los magmas volcánicos, y se va adentrando en el misterio y en las entrañas de su pueblo para descubrir y sacar a la luz, a través de los distintos procesos geológicos, zoomórficos o biomórficos, aquello que se escondía bajo la tierra. Sus creaciones iniciales son un homenaje a lo indómito, expresión de lo primario. Al acercarnos reparamos en esos pliegues, esas arrugas que jalonan la superficie, que semejan una piel delicada, que poco a poco fue cubriéndose con las cenizas y el polvo de erupciones antiguas. Manrique identificó su pintura con todas las características de la modernidad más rigurosa y, por otra parte, se sintió emocionalmente ligado a lo más ancestral de nuestra condición humana.

EL ARTE  EN LOS BAÑOS DEL MIAC- Castillo de San José

Una constante en la obra del artista canario es la continuidad espacial y el binomio artificial-natural. Pongamos como ejemplo los retretes del MIAC – Castillo de San José, cuyas ventanas nos permiten ver el mar y la vegetación del exterior. Pareciera que orinar en este baño (una construcción artificial) es similar a hacerlo en el exterior (rodeado de naturaleza). ¿Buscaba ofrecer una experiencia completa al visitante, que no se termina en el núcleo de sus obras, sino que se expande en sus baños?

En sus intervenciones espaciales nos presentó una nueva manera de crear y de vivir. La búsqueda de un tipo ideal de arquitectura que fuera respetuosa con el paisaje y que se inscribiera dentro de un contexto económico marcado por el desarrollo turístico, le llevaron a plantear una propuesta, sin cuerpo teórico escrito, pero con unos ejemplos que tienen como normas rectoras tres pilares: la conservación de la naturaleza, el respeto por la tradición arquitectónica del lugar y la utilización de recursos de la modernidad.

De la combinación de estas grandes líneas de actuación y de la especificidad de otras características más concretas surgieron obras cargadas de imaginación y originalidad. En esta arquitectura hallamos una estrecha simpatía con el destino humano, lo que posiblemente ha provocado que la misma sea aceptada de inmediato por quien la visita. El binomio Arte y Naturaleza fue su seña de identidad.

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