El Almacén, un centro con pasado, presente y futuro en Lanzarote
13/07/2018
En torno a una copa de vino y unas tapas se han solucionado una y mil veces los problemas del país, se han pergeñado grandes obras de arte y se han ideado poemas y hasta novelas. Bien lo sabía César Manrique cuando puso en marcha el Centro Insular de Cultura El Almacén como centro neurálgico para la cultura, el arte y el ocio insular.
Con motivo de la reapertura del Bar el Almacén (Bar Pablo Ruíz Picasso), es un buen momento para asomarse a la ventana del ayer y recordar cómo llegó a convertirse El Almacén en lo que fue.
Arquitectura y primeros años
El Almacén se erige sobre la unión de dos viviendas del siglo XIX, un ejemplo de la arquitectura doméstica burguesa de Arrecife. Entre 1933 y 1970 el edificio fue sede de la Escuela de Artes y Oficios de Arrecife. En 1973, el artista lanzaroteño César Manrique compró el edificio y lo remodeló. El 22 de febrero de 1974 se abrió al público como “centro polidimensional”, concebido para desarrollar la cultura contemporánea en sus múltiples facetas. Un equipo creativo formado por Luis Ibáñez, Pepe Dámaso, Gerardo Fontes y el propio Manrique se hizo cargo del proyecto.
Durante sus primeros años, Pablo Bucarelli dirigió el espacio, transformándolo en un referente cultural de Canarias. Allí coincidieron creadores como Pierre Alechinsky, Manolo Millares, Óscar Domínguez, Ildefonso Aguilar y Antonio López.
En 1979, Cipriano Fierro asumió la dirección e incluyó en la programación a artistas internacionales como Kenneth Noland, Jasper Johns, Clyfford Still, Frank Stella y Jim Dine. Además, incorporó actividades centradas en el pensamiento ambiental.
Segunda etapa de El Almacén
Adquisición por el Cabildo de Lanzarote (1989)
En 1989 el Cabildo de Lanzarote adquirió El Almacén a César Manrique, lo remodeló e instaló aquí las dependencias del área de Cultura.
En esta nueva etapa se exhibió la obra de Santiago Alemán, Carmela García, Pedro Tayó, Rosa Vera, Caly Velázquez, Sergio Molina, Paco Fuentes, Mario Delgado y Rufina Santana, entre otros.
En 1995 Félix Martín Hormiga se hizo cargo del espacio y en 1997 se realizó una nueva remodelación.
El centro continuó su actividad hasta 2009, siendo dirigido en esta última etapa por Alejandro Aguilar y difundiendo la obra de artistas como Fernando Robayna, Rubén Acosta, Elisa Betancort, entre otros muchos.
Recuerdos de los años dorados de El Almacén
Quienes tuvieron la fortuna de vivir en primera persona los años dorados de este centro, mantienen una mirada algo incrédula aunque esperanza con respecto a su regreso. Así el escritor Félix Hormiga declaraba en una entrevista para la revista Lancelot. “Cuando se habla de El Almacén mucha gente cree que puede recuperarse y no es así, se puede volver a poner en marcha pero de otra forma porque su espíritu, su motor vital era el propio César Manrique”, señala.
Dos etapas claramente diferenciadas
Hormiga hablaba en ese medio de dos grandes etapas diferenciadas. En sus inicios, El Almacén fue una propiedad compartida por César Manrique, Yayo Fontes, Pepe Dámaso y Luis Ibáñez. Más tarde, todos se desvincularon y cedieron el espacio a César, quien lo amplió e introdujo mejoras, como la incorporación de un cine.
Con el tiempo, y por razones económicas, César decidió vender El Almacén al Cabildo de Lanzarote. Esto marcó su transformación en un espacio con un enfoque más administrativo. Pierde su esencia, pierde a Manrique y no es lo mismo porque, hasta entonces, llegaban a la isla artistas de todas partes sólo por verle a él que siempre estaba allí. A partir de ese momento, podía estar o no estar”.
En sus primeros momentos El Almacén fue un centro comercial no al uso: “tenía una librería, una tienda de muebles de diseño y, sobre todo, había mucha actividad en torno a César”, explica.
Muchos fueron los rostros relacionados con la cultura y el arte que pasó por allí: Marsillac, José Luis López Vázquez, artistas como Úrculo, críticos como los hermanos Saya, pintores como Leschinski…
De su etapa como director, recuerda la renovación y digitalización del cine, además de la organización de talleres sobre cine. También destaca un encuentro gay y lésbico muy popular, las exposiciones y otras actividades culturales. “Se hicieron muchas cosas pero luego dependía un poco del gobierno de turno y de la importancia que le diera a la cultura. Siempre he pensado que El Almacén debería estar aislado de la función técnico política, es la única manera de asegurar su supervivencia”, señala.
Anécdotas del bar de El Almacén
Anécdotas recuerda cientos. “Algo muy gracioso era el bar de El Almacén, que cambió de manos muchas veces. Cuando a César no le gustaba quién lo gestionaba, lo boicoteaba diciéndoles a sus conocidos que no fueran, para así aburrir a los encargados y pasarlo a alguien de su agrado”, cuenta entre risas. “Se inauguró muchísimas veces, era la historia de nunca acabar”. “Nadie discute que en su día El Almacén se convirtió en un espacio envidiable fuera de la isla”, señala. “Creo que es un espacio, que bien gestionado, puede ser muy valioso”.
Las tres facetas del Almacén
El periodista Mario Ferrer explica la etapa más destacada de El Almacén fue entre 1974 y 1986, cuando estuvo bajo la dirección de Manrique. “Se pueden distinguir tres facetas, siendo la más artística e internacional aquella en la que artistas de todo el mundo, atraídos por César, venían a exponer su obra o crear en la isla”, señala.
“Por otro lado, El Almacén se transforma por las noches. Muchos jóvenes de finales de los setenta, en plena emergencia de la movida, van al Almacén y lo convierten en punto de encuentro”, señala. “Nombres tan conocidos como Pedro Paz, Checha, Carmela, Carlos Matallana y otros muchos jóvenes acuden allí cada fin de semana”, y añade. “Una última faceta, claramente diferenciada, es la de carácter político. No olvidemos que Lanzarote estaba en plena Transición, tras la muerte de Franco, y comenzaba a gestarse el nacionalismo canario. En el bar Picasso se reunían políticos de la isla para debatir y compartir ideas”.